LEE LA HISTORIA:
Estaba caminando por una calle, una tarde, cuando el sol estaba poniéndose y la luz ya era escasa. De pronto, escuché unos apagados gritos que venían de atrás de unos arbustos. Alarmado, caminé mas despacio para escuchar y entré en pánico cuando me dí cuenta de que lo que estaba escuchando eran los ruidos de una indiscutible batalla.

Sólo habían pasado unos segundos. Me di cuenta de que los gritos de la chica se estaban apagando. Sabía que tenía que actuar rápido. No soy un hombre valiente, ni atlético y todavía no sé de donde saqué el coraje moral y la fuerza física, pero me decidí a ayudar a la chica. Y me transformé. Corrí detrás de los arbustos y golpeé al tipo. Nos peleamos por algunos minutos hasta que finalmente brincó y corrió escapando del lugar.
Con poco aliento, traté de acercarme a la mujer, que todavía se encontraba detrás de los arbustos. En la oscuridad, no podía mas que ver su sombra. Y tratando de no asustarla, le dije suavemente: "Todo está bien, el hombre ya se ha ido. Estás segura ahora. "Hubo una larga pausa y de pronto escuché las palabras: "¿Papi eres tú?" Y de detrás del arbusto, mi hija mas pequeña, Katherine, salió caminando hacia mi.
REFLEXIÓN: A veces pensamos que nuestras buenas acciones no tendrán recompensa, pero nunca sabemospor quien o a quien estaremos salvando. Vale la pena tomar el riesgo. Riesgo, que la próxima vez, sin saberlo, puede se nuestro ser más amado y aunque no lo sea, es el mismo Jesús que vive en nuestros semejantes. No hay peor ciego que el que no quiere ver, o peor sordo que el que no quiera escuchar. Recordemos la parábola del Buen Samaritano, Ayudemos a todos en todo